Manuela Saenz, Simon Bolivar y yo...

Finalmente el 2019, año conflictivo y poco amable, me cierra con buenas nuevas.
Esperanzas de un nuevo gobierno que ya es mucho decir pues  no las tenía cuando estaba por asumir el actual gobierno, que por suerte se esta yendo aunque deja una estela muy pesada como para que  nos resulten fácil de olvidar, por años, los últimos cuatro . En fin. No es este el tema .
Lo cierto y bueno, para mí, es que después de casi veinte años de ser editada La gloria eres tú, novela dedicada a Manuela Saenz, ha sido reeditada este Diciembre de 2019, en Argentina.
No es la primera vez que se reedita. Lleva ya: una primera edición (2000-2001) y cuatro reediciones entre Argentina y Colombia.
Siento que las novelas merecerían un backstage literario. Desde que empecé a escribirla  hasta hoy sería su tiempo.
Especialmente, fue maravilloso mientras la escribía. Me indujo a hacerlo una carta de Manuela a su ex marido, que me facilitara una editora junto con un libro acerca prologado por Miguel Bonasso y Elena Poniatowska. En realidad, fue esa sola carta lo que me enamoró del personaje. Tampoco conocía nada de la historia de Colombia y Ecuador. No soy historiadora ni lo quiero ser. Bueno, tal vez un poquito sí. Pero no era mi inquietud, a finales de los noventa, cuando,  carta en mano, leyendo y releyendo esa  pobre información y su entrelíneas, decidí escribir a Ecuador, al Museo donde guardan cartas y objetos de Manuela. Poco después, surgió una curiosa invitación para viajar a Quito, de una amiga salteña, Elisa Moyano, no tan cercana por aquellos días, luego lo fue,  y que nada sabía de mi próxima novela.
Así empezó el road movie de la novela...que no contaré ahora...porque sin dudas resultaria otra novela.
Novela que aun me debo. Toda novela conlleva entre sus pàginas un cúmulo de situaciones y anédotas, buenas y malas, en torno al autor, autora  y personaje, Manuela Saenz y yo en este caso. Y claro que muchos otros personajes con los que me he cruzado,durante esos dos años en que escribía que aunque lo merezcan igual que Manuela o yo, nunca serán protgonistas de una novela, de otra novela.
En Quito, en aquel festival de poesía conocí a dos de mis grandes admirados poetas,  Arturo Corcuera, peruano,  que me ayudó  corregir y poner poesía en los dos primeros capítulos y  Jorge Enrique Adoum, que me facilitó su propio poema dedicado a Manuela, y también el de Pablo Neruda; yo queria unos versos del poema de Adoum para cerrar el libro y él insistía conque era el de Neruda el que debía estar ahí. Pero no fue así, esta "chica loca", como me llamaba, eligió los versos de don Jorgenrique. El primer capítulo lo trabajamos con Dalmiro Saenz, porque según él yo no conocía el vocabulario de la gente de mar y habia decidido empezar  la historia con un motin a bordo que permitiría a Herman Melville, otro de mis grandes amores, desembarcar en Puerto Paita, allí donde Manuela permanecía exiliada y salvaguardando documentos de don Simón Bolivar. Manuela era la única que sabia inglés por lo tanto hacia de interprete entre los marineros de los buques balleneros que circulaban por la zona y desembarcaban en Paita. El episodio es real, Melville y Manuela se conocieron en esas circunstancias. siendo él poco más que un grumete y Manuela, mujer de armas tomar durante su exilio. En Ecuador  tambien conocí al poeta José Luis Diaz Granados que insistía conque no podia escribir esa  novela si no viajaba a su tierra, Colombia y me recitaba de memoria frases poeticas de Bolívar. Aunque respondía que sería  imposible viajar, al año siguiente circunstancias, que hacen parte fundamental de esta otra novela y road movie, me llevaron a vivir en Bogota. Demasiados recuerdos para una reseña...buenos y no tan buenos recuerdos, como siempre pasa en la vida, especialmente en la biodiversa Colombia, la bella y añorada Colombia, aquel buen vividero, o moridero,  al decir de García Marquez. Resumiendo, una vida, empecé a escribir La gloria eres tu en Buenos Aires y la terminé en Bogota. In situ, recorriendo las callecitas y muchos de los paisajes verdaderos. Algo que nunca hubiera podido imaginar, notas e investigaciones, olores, colores, su música,   a pesar de que el título de la novela es el de un bolero cubano, que escuchaba a diario, en versión de Benny Moré. Sugerencia de mi compañero de entonces, Roberto Romero Ospina, que tanto hizo para que se pudiera editar el libro en Colombia. Donde realmente circuló. Una vez el libro en la calle, tomó caminos imposibles de imaginar: en Venezuela, Hugo Chavez lo comentó en su programa Alló presidente y el periodista Jorge Enrique Botero, lo llevó a "la selva", y lo puso en manos de  las mujeres de las Farc...Manuela es un emblema para ellas. Años después la novela llegó a manos de unas muchachas, presas políticas fuera de Bogota, y cuando la persona que  la llevaba se las enseñó,  muchas  manifestaron haberlo leído.  En fin, que son inagotables y conmovedoras, para mí,  estas anécdotas de La Gloria, que presenté tres veces en la Feria de Bogota, 2001, 2010 y  2015, también en el teatro Seki Sano, de la Candelaria de la mano de Patricia Ariza. Y sí, nadie es profeta en su tierra, finalmente, salvando las enormes distancias y circunstancias,  tampoco Manuela Sáenz lo fue en Ecuador, ni Simón Bolívar en Venezuela.
Hay algo de destino o presagio en la elección del personaje y nuestras circunstancias.


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