Recordando...hace un par de años atrás...




Hoy una vez más, la alegría se me confunde con la nostalgia. Y un poco de tristeza.
El 2016, ha sido siempre así, por algunas cosas frívolas y generales que sin duda compartimos, pero fundamentalmente porque he perdido a dos de mis personas más queridas. Las que más influyeron en mí. Con dos días de diferencia, Dalmiro murió  el 11 de Setiembre y Mamá el 14. Raro, no solo triste sino raro.
Unos meses antes, a mediados de julio, se editó “Lupe, después del viaje”, mi última novela, que escribí durante esa prolongada convalecencia de mamá. Raro también. La suerte de los que escribimos es poder sublimar o eludir la realidad por lo menos durante los momentos que nos sentamos a escribir. En esta novela sublimaba no solo la muerte preanunciada de mamá sino la de “Lupe”. Todavía faltaba sublimar la de Dalmiro.
Cuando empecé la redacción de esta historia  tuve la sensación de que podía fracasar, pues nunca segundas partes son buenas me decían por ahí,  pero era una necesidad muy mía y no pude detenerme a pensar. No eran días para pensar. Sí de sentir, y tenía la sensación de  que cerraba esta historia sino una etapa de mi vida. Era solo una sensación que no comprendía, hasta que finalmente se cumplió.
Como dijera Bioy Casares al saber de la muerte de Borges: “No estaba preparada para un mundo sin Borges. Se que resultará extraña la comparación, pero eso he venido sintiendo, no estaba preparada para un mundo sin mamá y sin Dal. Nunca lo estamos ya se. Crecer de golpe siempre.
En unos veinte días, se cumplen 20 años de la primera edición de “Lupe”, que salió a la luz en Marzo de 1997. Hoy, fui a la editorial Tusquets, ahora perteneciente a Planeta, a buscar unos ejemplares, necesitaba un par de libros pues iré a Colonia, a visitar a Diana Paris, a quien conocí en el 97 y justamente a raíz de esta novela. Diana, además de gran amiga es una excelente lectora, mi primera lectora profesional. A partir de entonces y por varios de mis libros fue mi editora, consejera y confidente. Hoy pedí dos ejemplares de cada Lupe y, luego de pagarlos y retirarlos en la mesa de entradas como cualquier autor o comprador, salí con el paquete debajo del brazo sin mayores consideraciones. Rutina al fin.
Cuando llegué a casa y los abrí, para dedicar un ejemplar de “Lupe, después del viaje”, a Diana, leo con enorme sorpresa que estos ejemplares de la primera “Lupe” son de una  5ta. edición. Ajeno a que no se por que ya las editoriales no comunican esas buenas noticias, o tal vez solo lo había olvidado, me alegré enormemente. Me emocioné cuando pude ver los dos ejemplares nuevos sobre la mesa, así como al voleo, como si no hubiera sido consciente hasta hoy de que eran dos. Escritos y editados, vendidos, leídas y releídas como al desgaire siempre, así andamos por la vida. Por lo menos Lupe y yo.
¿Veinte  años no es nada? Que tontería. Es toda una vida. Mis primeros lectores y entusiastas colaboradores de “Lupe” hace veinte años, fueron Mamá y Dalmiro. La primera me ayudaba a leer e investigar lo que a mí me daba pereza. Dal, corregía y me peleaba por ciertas escenas cuando las discutíamos y yo le decía si me tachas dos renglones me dictas dos renglones, cosa que nunca hizo pero al menos se reía. Un buen día con el manuscrito debajo del brazo y la osadía de los que ignoran el medio me presenté en Tusquets, pregunté por Paula Pico Estrada, su editora, y sin saber aun por qué ni cómo, lo recibió, lo leyó y a la semana me dijo debo consultar con el director Mariano Roca y luego con España, pero lo quiero publicar.
Así empezó todo, el desconcierto, el mío y el de mi familia, mis hijos… la alegría, las respuestas a quien en la primera feria del libro me preguntaban o me dejaban traslucir cosas como: “y vos quién sos, de dónde venís, sos algo de los Miguens tales y cuales…No y no, respondía yo y  aun hoy,  porque es la verdad y porque me harta  la preguntita.
Me  voy tal vez por las ramas. En aquella ocasión cuando salí con el primer ejemplar de la editorial, el primero en mi historia de vida, no tuve con quien festejar todos estaban en sus cosas, solo para mi era especial el momento de modo que me senté frente al río a brindar por Lupe y por mí, en un restaurante de Puerto Madero. Desde entonces, con más razón, ella y yo fuimos inseparables. El año pasado debía hacerla morir, la historia debía terminar. Se me hizo difícil. Fue un año donde la muerte estuvo todo el tiempo cerca. Más cerca de lo que hubiera podido imaginar y no era parte de la ficción. No  pude festejar la salida de Lupe II.

Hoy,  para festejar esta 5ta. edición del primero y la 1ra. de su continuación volví a sentir que solo Lupe me acompaña. Y más que nunca. Que Lupe no ha muerto, ni aun cuando la hice morir en el papel. Somos únicas y las únicas.  Quien sabe qué hilos nos unen desde el comienzo, desde que a mis quince años supe de sus cartas a Moreno. Hoy de nuevo la ceremonia fue entre ella y yo. En casa y más sencillo dadas las circunstancias, aunque ya con algunas lectoras y quizá algún lector que además, hoy lea este desorden de sensaciones y pensamientos.

Claro que viendo los dos libros me pregunto si Lupe habrá despegado su vuelo también con su segundo libro. Cómo saber. En fin, sensaciones que comparto. Finalmente, como diría Cortazar, palabras más palabras menos: Qué culpa tienen los demás si a mí me gusta escribir. Y re-significar cada día cada cosa… SM

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