Alguien me preguntó una vez...
ENTREVISTA
A SILVIA MIGUENS
Z “La gloria eres tú” tiene como protagonista a
una mujer que eligió participar en las contiendas bélicas por elección y por
amor, por seguir a su hombre. ¿Por qué eligió éste punto de vista para contar
su historia? ¿qué la motivó?
Tal vez lo que se lee a primera vista o una de las
lecturas posibles es que Manuela eligió su estilo de vida, pero la realidad es
que no eligió. No pudo elegir según creo. Hija de ‘padres no nombrados’, criada
en un colegio de monjas y sin familia a la vista, rodeada de un entorno
independista, injuriada por todos y obligada a casarse…
Eran momentos de crisis de lucha,
de cambio de la historia, y Manuela fue
una de las tantas mujeres, que sin cuestionárselo tomaron las armas y salió a
combatir. Algunas, la que tenía
conocimientos o experiencia con las armas y los caballos, lo hacían en el campo
de batalla, como en el caso de Manuela y
las muchachas que la acompañaron siempre; otras mujeres lo hacían desde donde
podían: desde la trastienda y las tertulias, intrigando o planeando estrategias
de salón aunque igualmente efectivas (¿guerras de salón?), o atendiendo a los
heridos y haciendo frente a todo solas. Solas. Enfrentando al enemigo con todas
las armas. Esto es lo que me motivó. Dentro
de estas características generales o comunes, Manuela Sáenz, a mi entender, es símbolo de la
mujer latinoamericana.
Z También escribió otras novelas, cuyas
protagonistas son mujeres, ¿el hecho de elegirlas como protagonistas, es una manera de
reivindicar el género o nace por sí solo?
En principio, como pasó con Lupe,
me surgió la idea más como un sentimiento que como una propuesta literaria,
pero mientras lo escribía fueron surgiendo nombres de mujeres empezando por Ana
Perichón de O’Gorman. Una tras otra iban surgiendo las historias de tantas
otras mujeres olvidadas, y fueron rodeándome a la espera de su turno. Esta
suele ser y fue la sensación, como si
fuera un estrado de aquellos donde se sientan a bordar, como lo describí
en algunas de las novelas, y esperan por mí mientras yo escribo. Pero en esa
instancia y observación noté que muchas de ellas no eran mujeres de sentarse a
bordar, así fueron surgiendo Juana Manso, Manuela Sáenz y tantas otras, que en mayor
o menor grado, con entereza o
solapadamente se me imponían desde el campo de batalla y empuñando las armas,
todas las armas que según cuenta la historia empuñaban solo los hombres, armas como la pólvora, el puñal, los fusiles, y/o
la escritura: la pluma y la palabra.
Z La guerra es el tema que desarrollo en mi
tesina, ¿cómo cree que afectó la misma a las mujeres en la historia? (al menos
en el momento histórico que usted toma para su novela “La gloria eres tú”)
Creo que, como sucede hoy, que las
mujeres nunca están ni estuvieron ajenas al acontecer de la guerra. De ninguna
guerra en ninguna época. En primer lugar
porque eran y somos, capaces de tomar todo tipo de iniciativas y armas, repito.
En realidad, creo que se trata solo de un olvido, no siempre voluntario, de los
historiadores. Los que cuentan la historia no han sido distintos de los que hoy
cuentan los acontecimientos por escrito y en cada uno de los medios
informativos. Hoy más que nunca nos han enseñado a ver la realidad, no solo con
nuestros ojos sino a través de los medios informativos. La historia ha sido contada en general por
una sola versión, la mal llamada oficial porque no siempre lo es, sino la que
sigue al canon. En algunos momentos la historia oficial, por ejemplo, era, fue,
y aun a veces lo es, la historia contada por un general de la Nación que además
ocupó la presidencia, Bartolomé Mitre. Así fue y sigue siendo aún, material de
consulta y ley. O., repito, parte del canon. Así fue surgiendo la historia como la memoria
y apreciaciones de un solo señor con todo el tiempo para contarla, que podía
editarla las y además era voz oficial en el periódico más importante.
Z En el modelo patriarcal las mujeres eran
prácticamente inútiles (en lo civil, legal, etc.) ¿cree que eso cambió sustancialmente
en este siglo XXI? ¿Por qué y/o en qué?
Lo eran sí. Menos que 0 a la izquierda,
legalmente hablando. Aunque por otro lado ocupaban cierto lugar de privilegio,
en otras cosas como en las tertulias, las intrigas y ciertas manipulaciones
sociales o políticas, pero desde la trastienda. Muchas, y muy a su pesar, las
que eran dueñas y señoras de su casa cuando los hombres se iban a guerrear en
largas campañas. Aunque también es verdad que ni siquiera en esos casos podían
tomar decisiones importantes en torno a su familia, como por ejemplo terminar
por definir con quién se casarían sus hijos, sobre todo sus hijas,
decisiones que de ser tomadas podrían convertirse
en cuestiones de Estado, como sucedió, por ejemplo, con la hija de Castelli a
quien su madre autorizó a casarse, con
uno de los opositores de su padre en ausencia de éste, Castelli estaba preso y
aun desde la cárcel tenía el poder de decisión con respecto a su familia. A partir
de determinado momento cambiaron las cosas,
hemos adquiridos muchas conquistas civiles y legales. Pero aun no es
suficiente. Hay ciertos discursos que no cambian y la vara con que se miden las
acciones o valores de la mujer que es
siempre ‘el hombre’. Antes o después del hombre…mejor o igual que el hombre…con
la misma fuerza que el hombre o iguales derechos que el hombre… No podemos
hablar de una verdadera paridad de género porque el parámetro sigue siendo el
hombre. Prueba de ello es por ejemplo el caso de Cristina Fernández como ciudadana,
como mujer y como presidenta de los argentinos (y argentinas, debería decirse y
no se dice o se dice poco…) las cuestiones y críticas que se le hacen son
machistas provengan de opositores u opositoras.
No se le perdona, para empezar que ocupe un lugar destinado desde
siempre a un hombre, a un ‘presidente’,
‘al gran papá’ de ciento de miles de ciudadanos, y ciudadanas de la Patria.
Z ¿Se siente en desventaja por ser una autora
mujer, con respecto a sus contemporáneos varones? ¿En qué sentido o aspecto?
No me siento en desventaja.
Definitivamente no. Pero está claro que la prensa y la crítica suelen dar mayor
cabida a ‘los escritores’. No hay más que fijarse en los pocos espacios que se
le dedica a la literatura, y a la opinión. Cuando se consulta a alguien de la
cultura, a ‘un intelectual’, en líneas generales se consulta a un escritor, a
un poeta, a un historiador, y aun los críticos literarios… Es como si el
pensamiento, la opinión de peso, y el discurso, debiera seguir siendo, o no fuera otro que el del hombre. Creo que
las mujeres seguimos yendo bastante a los codazos por la vida, aunque se nos
hable de ‘conquistas conquistadas’. Vamos o se nos pide y se nos exige que
vayamos como pidiendo permiso, equidad o
porcentajes de bancas o cupos, en definitiva de opinión y presencia, y ¿a quien
se pide todo eso, a quien se quiere
llegar o a quien se implora? A una sociedad y una ley que fue y sigue siendo machista,
como la mirada que se pone, repito, sobre nosotras. También es interesante
considerar que esa mirada, en muchos más casos de lo deseable, es de las
congéneres.
Z Desde su experiencia y conocimiento de la
literatura me gustaría que comente cuáles son las obras que la marcaron o
aquellas a las que vuelve siempre, o simplemente que las tiene en la memoria.
Las primeras lecturas que
recuerdo, son cuentos de hadas, por cierto bastante siniestros como discurso: La Bella Durmiente, el Gato con
botas, Pinocho, Alicia en el país de las maravillas; un hermoso volumen de los
Cuentos Completos de los Hermanos Grimm; y muchos de los cuentos sueltos de Las mil y una noches, como
Aladino o Alí Babá;, pero alrededor de los once o doce años heredé de un tío
fallecido los doce volúmenes de una versión original, o más o menos original, de
Las mil noches y una noche. Claro que no
era ciento por ciento para niños. Esto me cambió la mirada. En esos años
también leí un par de novelas, de las que
hoy tomo conciencia son novelas históricas, una de la que no recuerdo el autor
se llamaba ‘Corre conmigo’; luego El ángel sin cabezas, de Viki Baum, que
cuenta la historia de Maximiliano y
Carlota de Austria, antes y después de
la revolución mexicana. Sobre héroes y tumbas, de Sábato siendo bastante
chica aun; Setenta veces siete, de Dalmiro Sáenz. No recuerdo mucho más de la
infancia y la adolescencia. Salvo un gran libro, que mi padre hizo con la
encuadernación de una revista de historietas, Intervalo, en el que pude leer
muchos cuentos, mucha literatura… Me pasaba horas leyendo es libraco, en el que
recuerdo algo de Conrado Nale Roxlo…no sé qué más. También unos libros de
German Berdiales, para niños claro, y el infaltable Billiken. De niña leía lo que encontraba
dando vueltas por mi casa, por ejemplo
La razón de mi vida, de Eva Perón, o Todo es Dios, de Carlos Thompson…
dos libros que mi madre me quitó ni bien me encontró leyendo, sin dudas de
ellas y algún regalo recibido, no sé,
libros de los que nada recuerdo. Salvo, en el caso de La razón de
mi vida, porque lo retomé varias décadas
después para escribir sobre Eva. Recurro siempre a la poesía, infaltable
Borges, claro, pero también a ciertos poetas particulares como Simón Bolívar,
sus cartas son pura poesía caribeña. Me gusta mucho abrevar en las cartas o
escritos de la época en que me dispongo a escribir…son la mejor fuente, las
cartas de Manuela Sáenz a Bolívar, hablan no solo del amor y la pasión entre
ambos, sino que dan fe de los acontecimientos de la época. Datos y
circunstancias que son imprescindibles a la hora de escribir, para rescatar
tanto costumbres y situaciones, como las voces y las palabras de cada época.
Una de las cartas de Manuela, me inspiró la ‘Gloria eres tú’ y me llevó a
Colombia; un poema de Félix Luna, Las cartas de Guadalupe, me inspiraron la
novela ‘Lupe’; una película ‘Camila’ me inspiraron a escribir ‘Ana y el
virrey’. Todo suma. También me inspiran autores/as cubanos como Dulca María
Loynas, o Alejo Carpentier…
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